Quizás nunca había guardado tan bien una canción como lo hice con ésta hasta ahora, para éste momento.
Es mucho tiempo sin poder sentarme a hablar conmigo mismo, me trae recuerdos de hace unos tres años cuando recién iniciaba todo esto, mi tiempo lo consumía el ocio y los deseos de ser uno con el amor y el olvido. La diferencia ahora es que el olvido no es una opción y tomar las riendas de los problemas es una obligación... y para el ocio no queda el tiempo suficiente al parecer.
La luna sonriente siempre ha sido mi acompañante en el brindis por cada amanecer de una nueva alegría en mi vida, en cada momento importante ha sido una fiel espectadora y con felicidad siempre la observo aunque solo me la encuentre en una casual visita nocturna. Nuestro último encuentro fue hace poco más de una semana, era la noche antes de mi mudanza al pueblo, estaba sentado frente al computador desde mi escritorio e inconscientemente abrí la ventana, allí estaba, contándome que aquella alegría discreta pero diferente a cualquier otra, apenas estaba empezando.
Con la desesperación de querer vivir un mejor día a día, dónde no tuviera que sufrir la angustia de las catástrofes del pasado y su repercusión en el futuro, proyectadas en la vista que la ventana de un bus me podía ofrecer, un día me ofreció un alivio inesperado. Luego de consultarlo y ser aceptado, decidí que tomaría su mano, lo que no esperaba es que resultara ser aún mejor de todo lo que parecía.
Un lugar en dónde cada mañana y cada atardecer encontrarte con la belleza de las montañas abrazadas por los infinitos colores del cielo, distintas formas de vida volando y cantando componiendo un himno a la tranquilidad, cada anochecer mi magnífica compañera de alegrías rodeada de un abrigo de luces que custodian el descanso de lo más importante y valioso de todo ésta historia, una persona que con su sonrisa, mirada y amor puede curar cualquier mal.
Cuando la conocí nada más me limitaba a observarla y escucharla, siempre supe que era especial, pero hay leyes que son irrompibles y ante las cuales mi alma es obediente. En la vida de todas las personas siempre hay tristezas, pero lo que realmente identifica a una persona de las demás es el cómo actúa ante ellas y como maneja su vida de aquel obstáculo en adelante, puedes aprender, cambiar (para bien o para mal) o simplemente morir. Decisiones importantes en las que los corazones se suelen corromper a causa de la débil voluntad humana, pocos son aquellos que conservan su pureza y bondad a pesar de las inclementes tormentas, algún día llegué a pensar que hoy por hoy en medio de tanto orgullo y egoísmo ya nadie podría conservar dicho tesoro, pero hace poco tiempo noté que estaba equivocado en dicho pensamiento, y aquella observación vino acompañada de un corazón cautivado...el mío.
Darme cuenta de que alguien ha empezado a llamar mi atención más de lo normal, y más luego de haberme vuelto tan precavido a la hora de fijarme en otra persona resultó algo impactante pero muy agradable, no es alguien parecida a nada que yo haya vivido antes.
El precio de conservar la belleza de tu alma está en llevar a espaldas incontables tristezas, que con los ojos de la soledad sería imposible deshacerse de ellas o por lo menos parar un momento a descansar y tomar aire. Yo se que no soy la mejor persona del mundo, tengo muchos errores y seguramente ella merezca estar con alguien muchísimo mejor, pero me gustaría entregarle lo mejor que puedo dar, que con cada abrazo y cada beso su alma sienta todo el calor que necesita para nunca más volver a sentirse sola, así como ella lo ha hecho conmigo en los últimos meses, regalándome su querer tan puro y con las mágicas propiedades de por incontables horas hacerme vivir en un mundo de tranquilidad. Cómo aquél 7 de Marzo en que por primera vez con tan solo sus palabras consiguió hacer una magnífica apertura del primero de mis mejores días de éste año.
Han sido tiempos muy difíciles, pero desde que he podido conocerla mejor y que además sé que está a mi lado, siento que cualquiera de mis tristezas se desvanece con tan solo llegar a casa y saber que está allí.
Nunca pensé que ésto que estoy viviendo de verdad me llegara a ocurrir... recuerdo la última navidad que pasé, en la que me resigné a que no podría volver a ser feliz durante varios años, el gris paisaje parecía indeleble.
Esta vez no quiero que sea como las demás, quiero que por primera vez, hasta mi ineptitud característica haga cada segundo especial para ella, aunque el paso de los días nada más siembre más ansiedad en mi corazón, quiero llegar al menos a ser ese recuerdo que silencioso y desapercibido pinte una sonrisa en su rostro, y sin tener una gota de intención poder adornar sus pensamientos.
Viajaré al lugar más especial que conozco...