El amor al destino, creer en un destino...
Llegar hasta aquí, ha sido algo casi inexplicable por la forma en la que cada momento se acomodó en el lugar correcto y en el tiempo perfecto.
Cuando era niño, nunca tuve sueños propios o una meta que alcanzar, me parecía muy raro que todas las personas a mi alrededor tuvieran una visión tan clara de la vida; viendo en retrospectiva, no eramos más que una sombra de nuestros mentores, mentores que siempre quisieron lo mejor para nosotros, pero que no siempre llevaron las visiones (a mi parecer) correctas sobre la vida.
Librarse del egoísmo, ver más allá de lo superficial, conocerte a ti mismo, dejar al rebaño atrás para ir en busca de la belleza verdadera. La soledad como algo hermoso y no como un miedo. "Ser rebelde como el mar y ser noble, porque al final de ésta vida sólo llevaré mi libertad".
Pasos agigantados sin control y puertas a lo desconocido, aún me causan muchísimo miedo, pero, amar el destino que me ha tocado, con todos sus obstáculos y momentos difíciles que trajeron sabiduría a mi vida, con todos sus momentos maravillosos, y sobre todo, pensar en aquellos que confiaron y confían en mí cuando ni siquiera yo lo hice, todos aquellos que ven para mí un futuro de grandes hazañas, me llenan de inspiración y valor para aceptar los nuevos retos en mi camino.
Amo esta época de mi vida, amo enseñar y compartir lo que me hace sentir vivo. Amo mantener viva en mí la esencia de cada ser de mi admiración que ha cruzado caminos, algunos cortos y otros aun sin terminar, conmigo.
Sus cantos y danzas con el viento, me han traído hasta éste momento. Ya saben de quienes hablo...