sábado, 4 de noviembre de 2023

Una única e irrepetible vida: La muerte.

La tradición de pedir deseos en año nuevo siempre fue algo irrelevante para mí, excepto por el último diciembre. Por primera vez deseaba y depositaba todas mis esperanzas en que éste fuese mi año... y así ha sido. Un año lleno de emociones y sentimientos de todo tipo, que nunca antes había experimentado, de dolorosas derrotas y memorables victorias. 

Recientemente en mi cabeza ronda la idea de que soy alguien totalmente diferente a quien era hace un año, pero no podría saber con certeza si se trata de alguien mejor o de alguien transformado para mal por su entorno social. 

Cada vez siento que soy menos rígido en mis ideales. Me he abierto a compartir y respetar las creencias de las personas que he conocido en el camino y a tratar de implementarlas en mi vida, sin importar las contradicciones que algún tipo de lógica proteste. Al fin y al cabo no sabemos nada, por más que creamos que todo se sabe y que todo está resuelto, siempre habrán o seremos pioneros en algo que creíamos explorado. 

Uno de los grandes cambios en mis perspectivas de vida habla de la muerte, su paso e incierta llegada. Pienso que la muerte en general y cada una de sus formas en particular trae consigo una enseñanza para aquellos que aún conservamos la vida. Éste es un mensaje difícil de descifrar a mi parecer, pero que una vez lo entiendes se abre un mundo de experiencias que desde lo más puro de tu alma agradecerás. Gracias a la muerte, éste año aprendí que el tiempo tiene muchísimo valor y que no vale la pena apostarle a una segunda oportunidad más allá de nuestra hora final, sino salir a escribir una vida que sea memorable, que trascienda en un imaginario panteón universal de nuestras hazañas. Éste año murieron dos personas muy jóvenes, que tenían toda una vida por delante, como se suele decir. Personas que vivían en una parte de mis recuerdos, y que ninguna esperaba morir a tan temprana edad. Tenían familias, amigos, y todo un papel dentro de ésta obra, y de la nada, todo se acabó. 

Deisy marcó recuerdos muy bonitos en mi vida cuando tan solo era un pequeño niño y ella una adolescente, a finales de los 90's. Me mimaba mucho y me enseñó los videojuegos, de ella aún conservo unos casetes antiguos y funcionales de Atari y un figura coleccionable de los Looney Tunes de la época. Aunque nuestras vidas se cruzaron por poco tiempo, allí descubrí uno de mis más grandes pasatiempos en la vida, que gracias a éste pude conocer a muchas personas e incluso varias parejas sentimentales. Pequeñas acciones que cambian el rumbo de toda una vida. 

Si existe un más allá, espero que encontremos dónde poder jugar una partida más, tu y yo. 

Hace unos semanas también murió mi abuelo paterno. Mi relación con él fue somera, y en tiempos recientes no me sentía apegado a él a causa de los problemas que él había tenido con el resto de mi familia. No obstante, el día de su funeral reflexioné sobre nuestra relación al ver cómo muchas personas lo recordaban con perspectivas diferentes. Aunque mi manera de relacionarme con las personas en la última década ha sido de éste forma, creo que a él nunca lo incluí en ello. Me refiero a generar un vínculo, independiente de sus acciones y únicamente centrado en las vivencias de la persona con mi ser. Siento que señalar y excluir a las personas a causa de sus problemas con otros, sólo genera caos y malestar. Soy consiente de que la mayoría de personas tienen bondad en su corazón y otras tantas cosas que los hacen brillar, sin embargo, muchas veces sus errores opacan todo ello, pero más por un efecto social cuando existe el arrepentimiento y la edificación del ser verdadera. Vivir y disfrutar de las personas y lo que tienen para dar, sin crucificarlos por sus acciones siempre y cuando no se deje a un lado el valor del ser Justo. 

A inicios de éste mes murió el jugador DCStar a la edad de 28 años, una figura pública del League of Legends Latinoamericano. Con la muerte de Deisy y luego de DCStar, una persona de mi edad, la muerte me impulsó finalmente a darle cambios y tomar decisiones estancadas en mi vida, sin esperar tanto, dejando a un lado la indecisión y aventurándome a vivir sin perder más el tiempo. He vivido situaciones tan tristes que siento que ya no vale la pena vivir tan prevenido, porque ya no se sabe lo que vendrá. Vivir con miedo me inhibe de cumplir mi objetivo de salir a hacer lo que creo que me hace feliz. Siempre hay algo en lo qué apostar, un deseo que no calla y decenas de peros cuando quiero dar el paso. Esto no se trata de decisiones insensatas de algún joven inocente queriendo experimentar la vida. Se trata de decisiones en las que ya se sabe a la perfección por vivencia propia lo bueno y lo malo que podría ocurrir. Darse el tiempo para tomar la decisión está bien, pero es un tiempo que tiene que ser estrictamente contado, pues es totalmente imperdonable detenerse en el camino y mantenerse en el limbo de la indecisión cuando ya tienes un mapa en la mano con los diferentes caminos hacia el destino. En cualquier momento nos podemos ir y lo último que quisiera es quedarme con asuntos pendientes, con deseos que por miedo no quise arriesgarme a cumplir. 

Descansen en paz y espero que algún día nos volvamos a encontrar, gracias por éstas valiosas enseñanzas.